enero 29, 2012

HISTORIA Y VERDAD, TRES DOCUMENTALES DE MIKAEL WAHLFORSS (*).



El cine documental toma la realidad y la convierte en una representación trágica y esperanzadora de la historia.

Premisa: a través de las imágenes y los sonidos de estos tres documentales, es posible “hacer memoria” respecto a las razones del conflicto social guatemalteco, de acuerdo al siguiente esquema: registro llano de hechos y testimonios, construcción discursiva mediante un montaje lineal y una estructura que cierra en anillo, y “fruición”, o encuentro, evocación e interpretación crítica por el público.

No. 1: Ensueños blindados (1982).

“Hacer memoria” incide en el presente y determina la relación de un pueblo con su porvenir.

La primera incursión cinematográfica de Wahlforss en Guatemala tiende a la sencillez y a la profundidad de la vida representada, es decir, de la pobreza; la conciencia de clase de los Ralda Ochoa, una familia terrateniente ejemplar; el conflicto de intereses entre la oligarquía y el ejército –sobre quien la primera descarga la responsabilidad del conflicto “por volverse ricos ilegítimamente mediante su paso por el Estado, la corrupción y la fundación de dictaduras”–; la concepción delirante del criminal confeso Ríos Mont (“nos volvemos perros, pero tenemos que matar…”); los simulacros electorales y los golpes de Estado; la banalidad del entretenimiento burgués; y como corolario, un conjunto de testigos incontestables sobre las masacres y las torturas, unos porque son niños y jóvenes civiles, otros porque, en tanto campesinos alzados en armas, demuestran desde un sótano resistente, el origen local (no extranjero) e histórico (no espontáneo ni arbitrario) de su legítima rebeldía y su promesa liberadora. Visto a la distancia, este formidable documental, directo y urgente en su momento, devino un muro infranqueable para cualquier intento de ocultar la verdad y tergiversar la historia.

No. 2: Titular de hoy: Guatemala (1983).

Recordar es un proceso de aprendizaje, que respecto la historia política, tiene el poder de definir la identidad y la conducta de la población.


En este caso, la tentativa documentalista de Wahlforss se resuelve en complicidad con la mirada escrutadora de Allan Nairn (periodista) y Jean Marie Simon (fotógrafa), quienes emprenden un peregrinaje hacia el corazón de la Guatemala profunda y lastimada de los años 80.

Al principio, sobre las imágenes del abandono y la soledad resultantes de la represión, escuchamos una inquietante amenaza pública: “No salgan de sus casas…”, no conozcan la verdad, no se atrevan a ver más allá del horizonte… Aquí, al espectador lo asisten las premisas esclarecedoras de Noam Chomsky y la capacidad de Nairn, Simon y Wahlforss para “representar lo inhumano” sin fracturar la voluntad pasada y presente de justicia. Poco a poco se produce una conmovedora colección de imágenes sobre la edad del horror, cuyas heridas todavía sangran en el interior de nuestra conciencia colectiva. Y como telón de fondo, algunas interrogantes elementales sobre el papel del periodismo y su compromiso ético con la verdad. “No critiquemos a Guatemala” reclama una pinta gigantesca en la carretera; y más adelante, cuatro víctimas civiles de la tortura confesada ante cámara por soldados de base y oficiales conocidos, hace de la rabia una reacción inevitable.

A treinta años del rodaje, la descripción de la injusticia y los crímenes aberrantes de las dictaduras, adquiere la voz de una condena irrenunciable, que todavía aguarda su aplicación. Son las imágenes de un cine que trascendió la inmovilidad humana, el silencio y la mentira.

No. 3: Stalag, Guatemala (1983).

La sociedad necesita conocer las verdades de la historia para encaminar su pensamiento y acción hacia el consenso y el bien común.

He aquí una prueba más de los crímenes y la crueldad facistoide del ejército de Guatemala –asistido “in situ” por el ejército norteamericano– en contra de la población guatemalteca.

El parangón inicial de Noam Chomsky entre los campos de concentración Nazi y las aldeas modelo, le sirve a Mateo Petras, integrante del Comité Pro Justicia y Paz (organización laica vinculada a la iglesia católica, que hacía honor al “ejemplo de autenticidad de Jesús: luchar por la justicia en el cielo, no en la tierra”) para administrar afirmaciones, hoy de sobra conocidas, sobre lo acontecido por aquellos años: ofensiva contrainsurgente próxima al genocidio, desinformación, tortura, represión selectiva, desplazamiento forzado, etc. Y en contrapunto, decenas de rostros sobrevivientes que aseguran en silencio –pese a estar en la fila obligatoria de una Patrulla de Autodefensa Civil en formación– que la paz y la vida es lo mejor que conocen.

Da la impresión que Wahlforss ya escuchaba entonces la indignación que hoy –gracias a su atrevimiento– acompaña nuestro regreso a aquellos acontecimientos hirientes de nuestro pasado. Y quizás no hacía falta sustentarse en el relato cuasi religioso de Mateo Petras, ni revestir algunas de sus imágenes con sesgos ideológicos innecesarios. No obstante, la serenidad y el aplomo de sus planos, así como la utilización acertada del “montaje de oposiciones”, resume tanto el cinismo de los sectores de poder, como el dolor que la sociedad guatemalteca ha cargado injustamente sobre sus hombros.




(*Escrito por Sergio Valdés Pedroni para la muestra de cine documental
MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA, Guatemala 2011)

enero 15, 2012

La crítica de las almas, nueva época. (Diario de Centro América, lunes 2 de enero de 2012).


Elogio del arte (interrogantes y deseos pos-electorales en la danza de la época que termina).



El sábado 31 de diciembre, mientras preparaba la cena de fin de año, me pregunté en secreto si esa noche concluiría por fin el llanto insistente de un año un tanto abandonado, plagado de innumerables temas de discordia pública, alimentada hasta la saciedad por la manera tendenciosa de los medios empresariales de comunicación social –algunos de ellos encabezados por verdaderos sátrapas de la opinión pública– para representar la realidad.

En primer lugar, 2011 es un año que designa la decisión de 2 millones de habitantes (no de toda Guatemala ni mucho menos), de llevar a la presidencia a un ex militar próximo a la represión, la impunidad y el olvido. A la luz de este acontecimiento capital ¿qué imagen podría servir para definir, en el contexto de la historia política y la vida cotidiana, los 12 meses recién pasados? ¿la de un empresario oligarca hablando por TV con tono melodramático, casi trágico, sobre los peligros que supone inscribir como candidata presidencial a una mujer que reivindica la idea de un Estado benefactor y un gobierno de orientación social? ¿la de una falsa adalid de los intereses históricos de las grandes mayorías, que balbucea ideas maniqueístas desde el podio subterráneo de un desesperante afán de protagonismo, distante de una verdadera vocación de servicio? ¿o bien –a modo de síntesis del año pasado y premonición del que viene, bajo la premisa de la mano dura o de la justicia por mano propia– un cartel autoritario que amenaza mi integridad mientras camino por la avenida?

No lo sé, quizás me dice más la imagen de una buena película nacional de ficción que evoca sin complejos la distancia que separa en Guatemala la fuerza de lossentimientos de la escasa voluntad política de los gobernantes para llevar ante los tribunales a los responsables de la exclusión. También me dicen más las ocasiones de luchar que registra la obra de los documentalistas políticos democráticos del país o PIRATA TV, que la imagen amanerada del grupo de presentadores y presentadoras con sonrisa decorativa, que figuran en las transmisiones de los canales de capital privado, que pese a sus foros en línea, se oponen a un ejercicio de la crítica sin censura moral (conservadora) ni política (de derecha).

Ahora estoy seguro: lo más representativo de 2011 no fueron los resultados de nuestra imposible democracia electorera, sino los testimonios que subyacen a las nuevas canciones, fotografías, pinturas, instalaciones, películas, poemas, relatos y –porqué no– las escasas columnas periodísticas independientes, ajenas a los afanes vedetistas de ciertas figuras de moda, políticamente correctas (cuyo con enfoque idiomático de género no es más que otra forma de sexismo).

Un cineasta que no aspira a pavonearse como autor de éxito en la alfombra descolorida de nuestra posmodernidad audiovisual de pacas, el gesto de una actriz que sitúa las emociones de la gente sencilla del país en el centro de la gran tragedia del mundo, un pintor o un fotógrafo que no le arranca los ojos a nuestro paisaje humano para entregárselos a una agencia de publicidad que niega con su práctica la necesidad de abrirnos al mundo y renovar las tradiciones sin abandonar los hilos de nuestras propias identidades. Un músico que acaricia en sus melodías la idea de una sombra acogedora durante el día, y de una luz discreta que no despedaza el deseo a mitad de la noche. Estos son los personajes que me atribuyen las imágenes más alentadoras del año que termina, y que a su vez anuncian una manera efectiva para impedir que la la agenda conservadora, acabe de una vez por todas con la posibilidad de la alegría cotidiana y la democracia genuina, en el año de la renovación que anuncia la danza del tiempo en el calendario de la cuenta larga.

¿Cómo llegamos a esto?

El voto más o menos manipulado y des-informado de 2 millones de habitantes, llevó a la presidencia de Guatemala a Otto Pérez Molina, militar retirado próximo al genocidio. Desde el sábado 14 de enero es el presidente plenipotenciario de los sectores más conservadores y voraces de la burguesía nacional y extranjera.

En la toma de posesión, Otto Pérez hizo un discurso políticamente inmaduro y confrontativo. Le habló a la comunidad nacional e internacional como en un curso introductorio para futuros caibiles… Ojalá su promesa de cambio alcance también su manera de concebir el ejercicio de la oratoria y la crítica política…



¿Cómo llegamos a esto?
-Entropía… (A. Zepeda).


Entropía (Word Reference):


1. Medida de la duda que se produce ante un conjunto de mensajes del cual se va a recibir sólo uno.

2. Desorden, caos.


-La foto es la culminación del proceso de embrutecimiento colectivo que ha logrado el mercado en las grandes mayorías del mundo. En nuestro caso es estrambótico. (M.R.Morales).