septiembre 25, 2010

septiembre 18, 2010

Historias de vida de la Costa Sur (según la mirada de un ángel involuntario, una guardiana de la dignidad y de la vida).


    La hermana Josefa Cubillas llegó a Guatemala pocos años después de que una tormenta de atropellos y arbitrariedades, fraguada por un gobierno extranjero que veía a Latinoamérica como su patio trasero y no quería socios sino esclavos, acabara con la primera propuesta democrática moderna, en el siglo XX, de progreso y desarrollo para Guatemala. Eran los años 60, época de dictaduras militares, despojo, represión y discriminación por razones de clase, etnia y género


La sensibilidad de esta mujer de origen español, y su generosa condición humana, hermana de la orden de San José Obrero, le asignaron como destino geográfico de su promesa reconciliadora, la Costa Sur guatemalteca, y como misión urgente, entre la población pobre -desempleada o asalariada de grandes latifundios agrícolas y ganaderos,- suavizar sin descanso el duro pecho de la exclusión y sobre-explotación. 

Las circunstancias la pusieron al frente de la administración del único hospital público de la zona, justo antes que empezara la noche de represión en contra de los reclamos populares irrenunciables de justicia y respeto mínimo a los derechos humanos.

Durante años, y por encima de las fronteras de las ideologías, ejerció la liturgia de la comprensión y la tolerancia. Desde su generosa mirada, esbozamos aquí las historias de vida de los hombres y mujeres que integran las asociaciones La Esmeralda y Monte Cristo.

* * * 
• El padre de Esperanza, uno de los fundadores de la asociación en La Esmeralda, no se había fatigado de luchar por los derechos de los jornaleros y los colonos de la Costa Sur cuando el amor tocó a la puerta de su hija, una adolescente de ojos sin edad.

Con el porvenir creciendo dentro de su vientre y una sonrisa de aire caliente y olor a mar, se integró a la comunidad. Hoy tiene 22 años, 2 hijos y una cosecha inagotable de optimismo. La inocencia de su sonrisa es aparente, porque en el fondo, sin más pretensiones que el bienestar colectivo, sabe que el destino y la voluntad le deparan un papel determinante en el arduo camino hacia el desarrollo rural, con justicia económica e igualdad de oportunidades para los hombres y las mujeres.

• Atilio ha hecho lo imposible por estirar su juventud de sensibilidad humana, lucha campesina y dignidad como pueblo y nación ante el mundo. Y aunque su papel de líder histórico en La Esmeralda -y en el grupo de hombres vinculado a la Pastoral de la Tierra- le consume las proteínas que surgen del maíz, ajonjolí y chile jalapeño cosechado por sus manos, no ha permitido que el párpado de la renuncia y el desencanto oculten la imagen del porvenir ante sus ojos.

Nadie en la comunidad pone en duda la honestidad y la generosidad que alimentan su trabajo y su lucha. Sin embargo, sobre todo cuando la indiferencia del Estado ante las necesidades de los trabajadores y las tormentas amenazan la integridad de su vivienda de madera y lámina, siente que las fuerzas y la paciencia se agotan, por eso reclama el apoyo de sus compañeros, la presencia de nuevas voces e ideas para avanzar hacia una vida mejor.

 Macaria sabe perfectamente que en la simplicidad más grande de la vida, como la del surco de tierra que espera con impaciencia la llegada de la semilla sagrada del maíz, se esconden los secretos del bienestar y la felicidad.

Sus brazos son cortos pero, como aseguran sus compañeras de la junta directiva de Monte Cristo, alcanzan para abrazar y proteger las cosechas ante la amenaza de una lluvia torrencial. Algunas personas han creído ver en sus ojos un nacimiento de lágrimas de tristeza. Se equivocan: sus lágrimas son de asombro y alegría por una nueva conquista de la comunidad, un nuevo logro de sus proyectos colectivos de trabajo, un alumbramiento o un anuncio de justicia.

 Su conciencia campesina ha hecho de las heridas y los recuerdos más tristes una fuente de sabiduría para enfrentar los desafíos del presente. Clímaco es así, no distingue edades para ejercer el respeto y la solidaridad “dos cosas que nunca podrán privatizar ni robar de nuestra manera de ser”.

Como tantos otros hombres y mujeres organizadas, en sus palabras prevalece una  voluntad inagotable de trabajar por el bienestar de la población campesina y la construcción de una sociedad democrática, “donde los frutos del desarrollo alcancen la mesa de quienes, con nuestro trabajo, hicimos posible la riqueza de Guatemala, injustamente acaparada, a veces hasta con la fuerza criminal de las armas, por un pequeño grupo de grandes propietarios inconcientes”.

* * *

La hermana Josefa, quien durante muchos años mantuvo viva la memoria y la alegría cotidiana de cientos de hombres y mujeres campesinas, asegura que asociaciones agrarias como las de Monte Cristo y La Esmeralda, no solamente necesitan sino merecen el acompañamiento de la iglesia y el apoyo de proyectos como el de la Pastoral de la Tierra. “En todos estos años he comprobado que ningún esfuerzo es vano y ningún aporte deja de producir buenos frutos, porque la esperanza de la gente se basa en su voluntad de trabajo y de lucha”.


(Texto apresurado escrito hace un par de años para la Pastoral de la Tierra de Quetzaltenango, que apoya algunos proyectos de desarrollo agrícola de las asociaciones campesinas de la Costa Sur).

CRÓNICA PLASTICA DE LA CIUDAD


Un retrato inmediato de la violencia en la ciudad de Guatemala,
con basura del mercado de La Terminal (SVP 2007)

septiembre 10, 2010

DOCUMENTOS DEL TEATRO ESTRUCTURAL


Esta propuesta daba continuidad a “Las edades de la inocencia”, pieza que se presentó hace unos 8 años en el Centro Cutural Metropolitano, con participación de Gustavo Santos, Patricia Orantes, Simón Pedroza, Paulo Alvarado, Sergio Valdés, etc..  Los avatares de la vida postergaron su puesta en escena, hasta que el año pasado un grupo de jóvenes la retomó para presentarla en una convocatoria del Centro Cultural de España. No obstante, la naturaleza de la obra superó las condiciones de trabajo del grupo.  Hoy la presentamos a modo de “documentación” y dato curioso de la historia del "nuevo teatro" en el país..


EL ARBOL DIVIDIDO
Drama en 4 actos simultáneos.


Montaje de teatro estructural para espacios no convencionales.
(Actuación, interacción, manipulación de objetos, vídeo y sonido)

Textos de Saramago, Artaud, Monzón, Pizarnik, Miller, Samayoa, otros.

Advertencias: en principio, esta pieza fue concebida para presentarse en una casa de habitación, es decir, para utilizar el espacio privado como escenario de la representación. Con ello se buscaba crear asociaciones abiertas, relaciones de correspondencia y oposición entre lo público y lo privado, lo social y lo individual, lo político y lo poético.

Pese a las múltiples referencias de tipo intelectual, la intención es adaptarlas a la realidad guatemalteca, fundirlas con la vida cotidiana utilizando diálogos legibles, imágenes teatrales con pertinencia cultural y manejo creativo de todos los recursos puestos en juego.

SINOPSIS.

Diversos personajes “divididos” (que son uno y todos a la vez), omnipresentes, de intenciones autoritarias, obligan al público a presenciar su asunción hacia la cúspide de una crisis existencial y a participar de ejercicios radicales –unas veces violentos, otras tiernos– de auto-conciencia, o toma de conciencia sobre sí mismos y el mundo. Los personajes, que está ahí a nombre de ”todos”, beben de su sangre, buscan en silencio el sentido del amor y la solidaridad, exploran la soledad y la angustia, interrogan el reflejo de su rostro en el espejo del tiempo y, en un plano más social, exploran la historia de despojos, injusticia e indiferencia del país y del mundo. Al final, se reconocen en la sencillez de la vida cotidiana (sin dejar en ningún momento de sufrir los embates de sí mismos), y esbozan al final una proclama a favor de la libertad y la fraternidad.

Dada la naturaleza múltiple y poliforme del espectáculo, sus implicaciones discursivas, poéticas y políticas, no se agotan con ésta sinopsis. De hecho, se trata de un reclamo de participación y “fruición” activa por parte de los públicos participantes. Por ejemplo, si la casa es una “zona de fricciones” entre lo público y lo privado, todas las personas y objetos que intervienen en el espectáculo, unos como personajes, otros como “actantes” o figurantes sin intención dramática aparente, representan en forma gráfica las letras del abecedario, que al final de cuentas, constituye la mayor prisión simbólica de los humanos.

PERSONAJES /ACTANTES / FIGURANTES.

Vigilante externa “V” / La sordomuda.
La manipuladora “P” / La mujer dividida.
Jefe técnico “D” / La voz de Dios.
El viejo “E” / El ciego que todo lo ve.
Los desnudos “X”, “Y” y “Z” / Tres jóvenes verdugos.
Públicos participantes “A” y “B” / Los “unos y los otros” del mundo.

Personajes secundarios: camarógrafo, iluminador, sonidista y director.

ESCENARIOS y ACTOS.

Sala de espera /Preámbulo y epílogo.
La esquina de Ricardo Reiss / Acto No. 1.
La Torre del silencio / Acto No. 2.
Estudio de filmación, o el espejo de la historia / Acto No. 3.
Confesionario de sombras / Acto No. 4.

Acotación técnica: en cada escenario hay una cámara de video oculta, en posición óptica de gran angular y plano general. El jefe técnico de la obra se encuentra en un sitio oculto a los escenarios. Desde ahí monitorea las cámaras, gobierna la iluminación y el audio de todos los espacios y, eventualmente, se dirige a los públicos como una “voz caída del cielo”. A su lado está dispuesto un sistema de edición por ordenador, en el que se prepara el montaje que se exhibirá durante el epílogo

RELACION DE ACTOS, GUION DE CONTINUIDAD.

PREÁMBULO.
SALA DE ESPERA.

V, la vigilante externa, que actúa como sordomuda, recibe las entradas en la puerta de la Casa de los Sueños. La audiencia accede de inmediato a la Casa-escenario en una suerte de “sala de espera”, mitad hospital mitad cárcel, toma asiento en viejas sillas metálicas, oxidadas, dispuestas apropiadamente para el efecto, y espera instrucciones. Entre tanto, desde altoparlantes ocultos, se escuchan, ambiguas y a lo lejos, unas voces que intentan sin conseguirlo, la simultaneidad propia de un coro. Las voces preguntan insistentes: ¿quién juzga a quién?, ¿quién juzga?, ¿quién miente?, ¿quién encuentra la verdad?, ¿quién condena?, ¿quién condena?, ¿quién condena?, ¿quién juzga y condena? 

P, la manipuladora, aparece desde fuera, y apoyándose en gestos y textos en un idioma extraño, divide a la audiencia en dos grupos de 15 personas. Con la ayuda de V, la vigilante externa pone con ganchos en las espaldas de un grupo una letra A de cartón, y en la del otro una B. Luego toma al grupo A, lo introduce a la casa y lo conduce hacia el fondo, hasta La esquina de Ricardo Reiss, el escenario donde tendrá lugar el acto No. 1. El acto comienza, y entre tanto, ella vuelve al exterior y conduce al segundo grupo hacia el escenario La torre del silencio, y también ahí el acto comienza.

ACTO No. 1.
ESQUINA DE RICARDO REIS.




(Personaje: E, el viejo ciego. Textos de referencia: Ensayo sobre la ceguera, José Saramago, Informe sobre ciegos, Ernesto Sábato).

La manipuladora conduce al grupo A hacia el escenario 1, cuya escenografía simula una esquina en el corazón de la ciudad, a media noche. Se ve a “E”, el anciano ciego, postrado bajo la lluvia e iluminado por la luz intermitente de un semáforo en amarillo. A su alrededor figuran varias colillas gigantes, con sus enormes brasas todavía encendidas, que se apagan a medida que avanza el acto, por la acción del agua que cae sobre ellas. El sonido de brasas extinguiéndose, se escucha con fuerza por detrás del área donde se encuentra el público, interrumpiendo por momentos la legibilidad del discurso del ciego.

El ciego pronuncia su monólogo, a modo de “ensayo sobre la ceguera del mundo”, mientras agita el bastón hacia el cielo, intentando erguirse o alcanzar desesperadamente una de las colillas, sin conseguirlo.

La lluvia cesa, la luz se apaga. Hace frío…

ACTO No. 2.
LA TORRE DEL SILENCIO.



(Personajes principales: públicos A y B. Textos de referencia: fragmentos discursivos de Hitler, Stalin, Castro, Bush, Ríos Mont y otros)

La manipuladora entra a escena, conduce al grupo B hacia La torre del silencio y los encierra bajo llave. Se trata de una sala pequeña que obliga al grupo a permanecer de pie, mientras se escucha una mezcla sonora que tiene como fondo la representación de ondas radiales, emisiones satelitales, interferencias y toda suerte de frecuencias del espectro electromagnético. En segundo plano, sin perder distancia y sutileza, se escuchan sonidos alternados de agua, viento y fuego. De tanto en tanto, sorpresivamente, aparecen en primerísimo plano sonoro, fragmentos de un discurso en el que se dan cita el fanatismo religioso, el supremacismo imperialista y el dogmatismo de izquierda (Hitler, Stalin, Bush, Castro... ).

Tras cada irrupción discursiva, se produce en la mezcla un silencio total, seguido de la amplificación progresiva del sonido que produce el grupo cautivo en la sala, captado por micrófonos dispuestos convenientemente para tal efecto.

La manipuladora, artífice del encierro, vigila al grupo desde la rendija de la puerta o por detrás de una ventana. Previo a la liberación y conducción del grupo hacia otro de los escenarios simultáneos, se produce una pausa de 2 o 3 minutos de silencio total.

La manipuladora aparece, abre la puerta y conduce al grupo hacia La esquina de Ricardo Reiss (Acto 1), conduce al grupo A hacia la torre del silencio.

ACTO 3.
ESTUDIO DE FILMACION O EL ESPEJO DE LA HISTORIA



(Personaje principal: P, la manipuladora o mujer dividida. Personajes secundarios: camarógrafo, iluminador, Sonidista y director. Personajes de apoyo: los desnudos X, Y y Z. Textos de base: Poemas de Alejandra Pizarnik, Carmen Samayóa (Ixoc y La mujer esqueleto) y testimonio de mujeres violadas y maltratadas).

       X, Y y Z conducen a los grupos A y B hacia El espejo de la historia (Acto 3), distribuyen entre hojas con testimonios de mujeres violadas y desaparecen. En medio de una escenografía y dinámica escénica que simula una filmación cinematográfica de ficción (¡silencio!, corre cámara, corre sonido, ¡acción!), la manipuladora, que responde a las órdenes del “director cinematográfico”, comienza la representación de la historia del país desde la perspectiva del despojo y el sometimiento de las mujeres, en donde los públicos hacen las veces de observadores y lectores.

A mitad de la representación, el director grita ¡corte!, la manipuladora se congela, alguien entra a “corregirle el maquillaje”, mientras el director se da vuelta hacia el público (también las luces y la cámara) y ordena a distintas personas a leer los testimonios presentes en las hojas, bajo la dinámica de “corre sonido, corre cámara, acción).

La manipuladora realiza la última parte de su dramática representación, rompiendo lo límites del espacio iluminado, para hablar con dramatismo entre el público, tomando a la gente del brazo, sacudiéndola. El director protesta, la toma del pelo y la devuelve la escenario (toda una escena de maltrato y sometimiento).

La representación termina con una aceptación triste y patética de la manipuladora a su condición de “ser inferior y subordinado”. Al final, rompe el drama con una carcajada, le habla al público con la confianza propia de un amigo, haciendo reflexiones directas sobre lo acontecido durante la filmación, en una suerte de ejercicio ingenuo de “distanciamiento brechtiano”. Por último, conduce al público hacia el confesionario de sombras (acto 4).

ACTO 4.
CONFESIONARIO DE SOMBRAS, OBJETOS Y MARIONETAS.


(Personajes X, Y, Z, los tres jóvenes verdugos. Textos de referencia: El chorro de sangre y Para acabar de una vez por todas con el juicio de Dios de Antonin Artaud, Trópico de cáncer de Henry Miller)

       La manipuladora conduce al público hacia el confesionario de sombras.

Una habitación forrada por pequeñas muñecas plásticas blandas, desnudas, idénticas salvo por el color del cabello. Todo en la habitación está cubierto por las muñequitas, de tal modo que el público, al entrar, se ve obligado a caminar sobre ellas. Al fondo hay una mesa de autopsias (morgue) en cuyo centro descansa un teatrino, y en uno de sus extremos una sierra eléctrica.

Detrás de la mesa, de cara al público, una pareja de actores desnudos, discuten y ponen a prueba, con títeres y objetos, las variantes de una singular adaptación de El chorro de sangre de Artaud. Cada títere y objeto descartado, se entrega a un tercer actor, quien de acuerdo a una rutina mecánica radical (cliché de un robot concebido a mediados del siglo XX), los somete a una disección brutal con sierra eléctrica. Al final de cada corte, rompe por un instante la rutina y esparce los pedazos de títeres y objetos entre el público.

Cada vez que el actor-robot pone en marcha la sierra, se apaga la luz principal y un haz de luz roja lo individualiza. Al apagar la sierra se invierte de nuevo la iluminación. Una mezcla sonora irregular de quejidos y súplicas casi indescifrables, aparece y desaparece desde distintos ángulos del espacio.


Al final la sala queda completamente a oscuras y se escucha, desde los alta voces, fragmentos de Para acabar con el juicio de Dios, Trópico de Cáncer.

EPILOGO.
SALA DE ESPERA.

La sordomuda, la manipuladora, el viejo ciego, los jóvenes verdugos y en suma, todo el equipo técnico artístico, conduce al público hacia la sala de espera, donde sobre una pantalla se proyectan fragmentos de lo acontecido durante la representación mezclados con escenas de fosas comunes, partos, genocidios, sexo, etc. Se distribuye una copa de Caldo de Frutas. El espectáculo concluye.